La función principal de los telómeros, las secuencias aleatorias de ADN en los extremos de los cromosomas, es actuar como tapas protectoras para las secuencias de ADN dentro del cromosoma. Los telómeros desempeñan un papel importante en la replicación celular al sacrificar su ADN para preservar los genes dentro de los cromosomas. Sin embargo, un estudio reciente dirigido por Jerry W Shay en la Universidad de Texas Southwestern ha descubierto que los telómeros pueden ir más allá de su función protectora para alcanzar un nuevo nivel de importancia. Esto se hace al alcanzar e interactuar con el ADN de los cromosomas adyacentes. Este fenómeno se llama bucle de ADN.
Cuando los cromosomas se pliegan dentro del núcleo, los telómeros en los extremos de estos cromosomas entran en contacto con genes de otros cromosomas y alteran su expresión. Shay y su equipo estudiaron el gen ISG15 y descubrieron que el gen aumentaba incluso cuando los telómeros de sus propios cromosomas se acortaban.
El equipo mapeó el ADN en una región concentrada de un cromosoma y descubrió que en las células que tenían telómeros más largos, los telómeros interactuaban con múltiples regiones del genoma a través de intrincados patrones de bucle. Cuando manipularon manualmente la longitud de estos telómeros, la expresión de los genes cercanos cambió de nuevo.
La evidencia muestra que la longitud de los telómeros definitivamente tiene un efecto no solo en los genes de sus respectivos cromosomas, sino también en los cromosomas cercanos a través de estos mecanismos de bucle. Si los científicos pueden descubrir una manera refinada de controlar la interacción entre los telómeros y los cromosomas cercanos, es posible que puedan controlar la activación o desactivación de genes específicos dentro del cuerpo humano.