Con 105 años y una vitalidad que sorprende a todos, el francés Robert Marchand acaba de batir el récord mundial de velocidad en bicicleta para personas centenarias, tras recorrer alrededor de 22.5 kilómetros en el velódromo de Saint Quentin-en-Yvelines. A pesar de haber superado dos guerras mundiales y haber vivido en países tan distintos como Canadá, Venezuela o su Francia natal, su forma física parece resistir de un modo envidiable, gracias a, según el propio Marchand “hacer deporte a diario, comer mucha fruta y legumbres, no tomar demasiado café ni alcohol y nada de cigarrillos”.
La ciencia parece estar del lado de este veterano deportista. Un reciente estudio en ratones ha demostrado que cualquier ejercicio es bueno para el corazón, afectando la actividad genética de nuestras células cardíacas. En relación al estilo de vida, también existen ya estudios que subrayan que las habilidades sociales están unidas a una mayor esperanza de vida. Los amigos del señor Marchand le definen como alguien muy optimista y sociable, sin duda, dos características que han contribuido a que superara los cien años en plena forma.
El ejemplo de este longevo superhombre nos demuestra que, aunque el envejecimiento es un proceso inevitable, es posible retrasarlo y hacerlo en las mejores condiciones físicas, psicológicas y sociales posibles. Para ello, el control de la longitud de nuestros telómeros es un marcador clave en el envejecimiento celular, jugando un papel fundamental en la aparición de enfermedades neurodegenerativas, cardíacas u oncológicas.